Hay quien se levanta con el canto de un gallo. Yo, con el aullido de un mono intruso, y una decena de pájaros locos con el viento norte.
Reír con mi papá como si tuviésemos 6 años. Aunque el sume 68 y yo 34.
El olor a pasto recién cortado que se funde con el olor a tierra después de la lluvia.
Los ojos celestes de Jorge después de un baño en el mar. El cielo en su mirada.
Que mamá se siente al borde de la cama para comentar los sucesos familiares del día y despedirnos con sonrisas y un par de «buenas noches reina madre» – «buenas noches princesita»
Que te abrace Ludmila y mi existencia cobre un sentido superior. La maternidad es amor. Sin importar sangre, úteros y títulos.
El río Paraná. Nunca falta. Después de tantos años aún supera al mar.
[35mm. Posadas, Misiones, Argentina. 2016]